Si estás molesto por una causa externa, el dolor no se debe a la causa en sí misma, sino al valor que tú le das. Y tienes el poder de revocar ese valor.
Nadie necesita tanto una sonrisa como el que no tiene ninguna que dar. Así que acostúmbrate a sonreír con el corazón en la mano y repartirás sol en un mundo a veces sombrío.