Cada vez que estés a punto de señalar un defecto en otra persona, hazte la siguiente pregunta: ¿Qué defecto en mí se parece al que estoy a punto de criticar?
Que la misma bondad todopoderosa destierre el maldito monstruo de la guerra de todas las tierras con sus odiados asociados, la rapiña y la ambición insaciable.